clases pobres, como acabamos de ver. Les reclaman el no esperarse a ver el final de la historia; es decir, no aguardar a conocer cómo y con qué se va a reemplazar lo que se está suprimiendo y cuáles serán sus resultados definitivos, antes de juzgar y condenar las
políticas anticorrupción de la 4ªT. Los “Morenos” llaman a esto “crítica prematura”, creo que con alguna razón.
El Movimiento Antorchista Nacional no cae en ninguno de los dos grupos “críticos” mencionados. A nosotros no se nos puede reprochar haber aplaudido como focas al López Obrador candidato, y convertirnos ahora en críticos interesados del López Obrador presidente. Tampoco de ansiosos por criticar prematuramente, revelando así un
reaccionarismo inmanente, que rechaza lo nuevo por instinto y no por razones válidas.
Fuimos críticos firmes, coherentes y desinteresados del enfoque económico-social del
candidato morenista, de sus conclusiones y del remedio que prescribía para el país, y lo
seguimos siendo ahora. Nuestra discrepancia fue y es esencial y de principio, no de circunstancias ni por intereses mezquinos, como nos acusa sin pruebas López Obrador, y,
por tanto, fue y es también irreconciliable con las políticas de la 4ªT. Hoy vemos más
claro que nuestra crítica era correcta, y que quienes nos atacaron y nos atacan, por esta y
por todo lo que hemos hecho desde que nacimos a la vida pública, estaban equivocados cuando, como “un coro de ranas bajo la lluvia”, cantaban loas a López Obrador. Todos ellos, aunque no lo reconozcan, están cosechando lo que con tanto empeño sembraron.
Antorcha sostuvo y sostiene que el problema del país no es la corrupción (aunque esta sea grave y deba combatirse con energía), sino la elevadísima y absurda concentración de la riqueza en unas cuantas manos, mientras las grandes mayorías se
quedan casi en total desamparo, sufriendo las terribles consecuencias de esto (hambre,
enfermedades, carencias de vivienda y servicios, de educación y salud; la inseguridad, el
crimen y el desempleo). Esta peligrosa inequidad social, no es hija de la casualidad ni es
culpa de los individuos que la disfrutan o la padecen; no es un problema personal de nadie
ni contra nadie, es el fruto inevitable de una errónea concepción sobre la mejor forma de
organizar y hacer funcionar a la economía y a la sociedad de un país cualquiera.
Esa concepción errónea se llama neoliberalismo; y toda persona bien informada sabeq está fracasando en todas partes, incluidos los países ricos como Estados Unidos.
La prueba es, precisamente, la formación de élites de mega millonarios cada día más
pequeñas y poderosas, de un lado, y de una pobreza masiva y progresiva del otro, generandod e inestabilidad social. Los mejores economistas del mundo están
llamando a gobiernos y clases dirigentes a que concienticen el problema y procedan a las
correcciones necesarias. ¿Y qué medidas aconsejan? Aceptar de entrada que ningún mercadoes perfecto, como postula la teoría neoliberal; que todos permiten abusos y desviaciones de los grupos poderosos en perjuicio de los débiles, y, sobre todo, que no
cuentan con ningún mecanismo para el reparto automático de la renta nacional. Que una economía librada a las fuerzas ciegas del mercado, provoca inevitablemente la concentración brutal de la riqueza, como estamos mirando hoy. Urge que el Estado instrumente una política de corrección de los abusos y desviaciones del mercado, y sin
titubeos, proceda a redistribuir la renta nacional, si quiere evitar males mayores. Partiendo
del estudio específico de la realidad mexicana, el Movimiento Antorchista ha sintetizado