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El conjunto de Laso, liderado por Campazzo, Rudy y Randolph, supera la resistencia del Valencia en la Fonteta (78-85) y cierra 3-0 la serie

El Real Madrid se impuso al Valencia por la vía rápida (3-0) y se clasificó para su octava final de Liga consecutiva. Los blancos, que entre 2000 y 2011 sumaron solo cuatro presencias en 12 años, no faltan a la cita desde que Laso está en el banquillo. Será la 24ª final sobre 32 posibles en esta era entre todas las competiciones.

Campazzo, Rudy y Randolph se encargaron de rendir a un Valencia orgulloso al que no le alcanzaron ni las fuerzas ni la mentalidad para alargar la serie. Sorprendió Ponsarnau colocando a Doornekamp como tres en un quinteto asimétrico que esprintó en la puesta en escena. Pero la efervescencia taronjaquedó rebajada rápidamente por el acierto madridista desde el 6,75 (4 de 5 en triples en los primeros seis minutos). Superado el tramo de tanteo, Campazzo se hizo con los tiempos del juego, Taylor se multiplicó en la intendencia y el Madrid comenzó a sentirse cómodo. Aun así, los locales salvaron el primer acto con la productiva aparición de Tobey (19-20, m. 10).

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“Jugamos en casa”, se recordaban los valencianistas en cada tiempo muerto como estribillo motivacional. Y la pareja Van Rossom-San Emeterio tiró de galones para marcar territorio con varias vueltas de tuerca en defensa y paladas de intensidad a pista completa. Los locales apretaron la mandíbula mientras el Madrid buscaba la mezcla de su segunda batería y, con Will Thomas como artillero, armaron un parcial de 11-2 (34-28, m. 16).

Se rearmaron los blancos gracias a la brega de Ayón y al anticipado regreso de Campazzo tras la segunda falta de Llull. Pero el dominio de Tobey y Dubljevic en la pintura permitió al Valencia marcharse al descanso con una mínima renta (38-35, m. 20). “Estamos bien, pero tenemos que meter una marcha más. No hay dolor. Hay que morir con las botas puestas”, resumió en el entreacto el tocadoSan Emeterio, mezclando su parte médico con el sentir general en La Fonteta. “Están siendo más agresivos y en los uno contra uno no estamos haciendo ni faltas”, censuró Laso.

Mejoró la aplicación madridista en la reanudación, llegó el tercer triple de Rudy y el primero de Campazzo, con adicional incluido, y los blancos enderezaron su figura. Dubljevic y Doornekamp contuvieron la embestida del Madrid a pecho descubierto y el duelo subió de revoluciones hasta niveles estratosféricos. Llegaron una técnica a Doornekamp y otra a Tavares, ambas por dedicatoriasimprocedentes. Del vibrante intercambio de golpes salió tres puntos arriba el conjunto de Laso, a pesar de los 21 puntos —con un 5 de 6 en triples— que para entonces lucían en la estadística de Dubljevic (60-63, m. 30).

A pesar del brío defensivo del Valencia, el Madrid se desató hasta los 28 puntos en el tercer cuarto y se presentó en la recta de meta dinámico y afinado. Sin embargo, los blancos no lograron estirar su renta más allá de la media docena, la misma ventaja con la que obligaron a Ponsarnau a pedir tiempo muerto en pleno desenlace (64-70, m. 35). Exprimió el Valencia su umbral de resistencia, pero comenzaron a flaquearle el tacto y la lucidez. Sin Tavares ni Campazzo, Carroll y Reyes defendieron el colchón madridista. Pero Van Rossom firmó el último reenganche local (78-79, m. 38).

A Will Thomas se le escaparon dos rebotes cruciales y, con el doble motor Campazzo-Llull, el Madrid gestionó la resolución del tercer y definitivo asalto de la serie. El Valencia se marcha de vacaciones con la Eurocup y el billete para la Euroliga en su haber. El Madrid se clasifica para su octava final de Liga consecutiva. El capitán taronja, Rafa Martínez, llorando como un niño, recibió la ovación de La Fonteta en su despedida del club.

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