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Por Osvaldo Ávila Tizcareño

Dirigente Antorchista de Zacatecas

A estas alturas no resulta exagerado afirmar que los Antorchistas enfrentamos una embestida desde altas esferas del poder con intenciones aniquiladoras. El banderazo de salida lo dio el Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República, quién en todas las plazas donde asiste a anunciar o entregar apoyos sociales, se ufana una y otra vez, que los apoyos llegarán de manera directa, sin intermediarios, pues a decir de él antes llegaban incompletos o no llegaban. Calificados articulistas encabezados por el Maestro Aquiles Cordóva, con argumentos y elementos precisos de juicio han aclarado la falsedad de tales afirmaciones, pero la estrategia continúa pensando en aquella máxima del asesor de Hitler, Joseph Goebbels de que “una mentira repetida cien veces se convierte en verdad”.

A partir de ahí la retahíla de calumnias se ha venido en cascada, ahora sin conocer, ni constatar, sin aportar ningún elemento de prueba, se nos descalifica, acusa y condena a los Antorchistas con cualquier motivo   y no sólo desde los medios de comunicación, también en la calle o desde las redes sociales.

A título de ejemplo cito tres casos ocurridos recientemente, no es mi intención polemizar, tampoco hacerles propaganda a quienes calumnian y no es por falta de valor y argumentos, la intención es clarificar las cosas para quienes des prejuiciadamente lean este escrito, pues resulta necesario fijar postura al respecto para evitar que nuestro silencio sea visto como un acto de aceptación.

El primero de ellos aconteció recientemente cuando entraba al edificio del gobierno del municipio y un presunto trabajador, sin referirse de manera directa a mi persona, (por ello no me ocupé de encarar al susodicho), pero obviamente refiriéndose a mi murmuró: “no se cansan de oprimir al pueblo, no llenan de tanto dinero”. La afirmación no resulta nueva, pues en algunas publicaciones efectuadas por un servidor refiriéndose a nuestras protestas, repiten lo mismo, pareciera que es parte del estribillo que les dictan, por ello resulta necesario ocuparse del asunto. Antes de darles la orden de ataque, sería conveniente brindarles algunas lecciones, pues  según el diccionario, oprimir significa  hacer presión sobre una persona, someter, ¡cuánto disparate!

Porque los Antorchistas hacemos precisamente lo contrario, le enseñamos a la gente sus derechos, le demostramos la utilidad de su unidad y la acercamos al estudio como un mecanismo de educación y concientización, hablar de opresión implica un contrasentido. Y sobre las acusaciones de robo u enriquecimiento, a las pruebas me remito, reto a quien acusa que demuestre su dicho, pues es absolutamente falso, los Antorchistas vivimos en la absoluta modestia, quien afirme lo contrario miente perversamente.

El segundo caso ocurrió desde las redes sociales, alguien que se describía como joven de izquierda, activista social y político, afirmo lapidariamente: “Antorcha campesina son como los huachicoleros de los programas sociales”, aquí tampoco se presenta ni un solo elemento de prueba, sólo su dicho, y eso es la réplica de la afirmación por parte del jefe del ejecutivo que recurrentemente enfila dardos envenenados sin prueba alguna, porque ningún antorchista se encargaba de repartir programas federales, fue siempre el personal de las dependencias por medio de quien se operaban  tales acciones y en algunos casos como ocurrió con el tema de vivienda fuimos solo el vínculo que acercaba a los peticionarios con la autoridad. Esta calumnia tan trillada tiene la intención de causar duda sobre nuestros compañeros, sobre la honorabilidad de sus líderes y particularmente crear la percepción de auténticos bandidos entre la opinión pública, para que cuando despleguemos la lucha por justas demandas se lancen sobre nosotros propios y extraños.

El tercer caso ocurre desde los medios de comunicación, donde diversos columnistas o conductores de radio y televisión repiten las afirmaciones anteriores o traen a cuenta viejos refritos, tales como que somos obra de un conocido político, que los lideres hemos acumulado fortuna, que pedimos para que nos den una parte de los apoyos en efectivo, cosas así sueltas y contradictorias. Ni uno solo da cuenta de sus fuentes o fundamenta su dicho. ¿Porque a pesar de que la realidad y el tiempo han demostrado la falsedad de tales aseveraciones siguen repitiéndolas? Lo dicho, ¡calumnia, que algo queda!, esa es la consigna.

Está claro que estamos ante una campaña bien orquestada encaminada a desbaratar a nuestra organización; por un lado se cierra en absoluto la solución de las demandas en distintos órdenes de gobierno y por el otro se lanzan carretadas de excremento para generar confusión entre los Antorchistas y animadversión de la opinión pública. ¿Y qué hacer ante ello? Se ha declarado a Antorcha el enemigo N0. 1, ¿Y su desaparición acabará con la pobreza?, ¿Quienes atacan trabajarán con la misma combatividad y determinación para mejorar la vida de los menesterosos?

Nada de eso, muchos de los rabiosos atacantes nada han hecho por la gente, algunos en su vida se han ocupado de hacer algo bueno por los demás, incluso quienes ocupan cargos sólo se han aplicado en beneficio de sus intereses personales, por ello no queda de otra, a seguir perseverando y mantenernos firmemente unidos. Ante cada ataque responderemos con más valor y determinación a luchar, sabedores que el tiempo nos dará la razón y colocará a cada uno en su lugar.

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