Crónica: Que se acabe la pandemia para trabajar, tener que comer y comprar ladrillos para la casa.

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Por: Gabriela García

 

Tierra y Libertad es una colonia con muchas necesidades, se encuentra relativamente cerca del centro de la ciudad de Guadalupe, pero esto no propicia que cambie sus condiciones. Es en su tercera sección donde se encuentra un asentamiento irregular sobre el conocido como Arroyo del Coyote, mismo que hoy es su vialidad principal y justo enfrente está el complejo residencial La Cañada que cuenta con todos los servicios, tales como vigilancia, tiendas de conveniencia, servicio de limpia, etc.

Esta es una zona de grandes contrastes, son más de 300 familias las que viven en condiciones de precariedad: casas hechas con lonas, cartón o madera, la mayoría con materiales reciclados, allí pudimos platicar con la señora Margarita Arenas quien se encontraba en ése momento con sus pequeñas hijas.

Nos permitió entrar a su hogar donde hace falta de todo, en su pequeña casita carecen de servicios de agua potable, afortunadamente hay luz eléctrica, pero al igual que sus vecinos padecen la falta de pavimentaciones. Ahora en tiempos de pandemia eso pasó a segundo plano “pues  aquí hace  falta de todo, pero urgen alimentos”.

Margarita Arenas, madre soltera de dos niñas  que dependen de lo que ella acerque a la mesa, afirma con tristeza: “Ahora necesitamos de que nos ayuden principalmente con despensa, arroz, frijol, o aceite para preparar algo, somos muchos viviendo en la necesidad y todos ocupamos que nos ayuden”, explicó.

Al igual que sus vecinos opina que la ayuda no quede en promesas, reconoce que sí les han entregado algunos productos pero la verdad es que no se alcanza con eso toda vez que la despidieran de su empleo eventual como trabajadora doméstica, y aunque le pagaban poquito con eso se iba completando el gasto, “pero esto sí nos vino a afectar mucho”, comentó.

Aquí todos trabajamos al día en limpieza de casas, algunos también se dedican al comercio informal,  otros vecinos se dedican al reciclaje de PET, latas y fierro para vender, “yo ahorita no estoy trabajando además no cuento con el apoyo del padre de mis hijos”, por eso Margarita suplicó ayuda al gobierno municipal, estatal y federal, así como de la gente de buena voluntad y que tengan algo que puedan regalar, insistiendo en que urgen alimentos.

En una vivienda muy precaria donde Margarita vive con su familia explicando que cuando llega el aire y la época de frío es insoportable, pues las lonas se levantan y se cuela golpeando con toda su fuerza entrando por cualquier orificio o se rompe la lona o cartones que también peligran, pues hace dos semanas se incendió la casa de la vecina y todo ardió muy rápido, allí casi todo se quemó.

Por estas razones en Tierra y Libertad ya quieren que se acabe la pandemia, para trabajar y empezar a comprar unos ladrillos y cemento e iniciar la construcción de su casa en mejores condiciones una vez que ya puedan escriturar y tengan garantía legal como dueños de estos lotes: “ojalá luego tengamos para hacer una casa bonita, aquí mis niñas sufren pero no tengo a donde llevarlas; que el gobierno nos dé un crédito para que podamos vivir mejor”.

En colonias como esta al igual que muchas de México conviven miles de personas cuyo desamparo y desigualdad hacen pensar que se requiere de una nueva y mejor organización de la sociedad donde la prioridad sea el bienestar humano y no la sobreexplotación de las riquezas naturales que disfrutan los ricos a costa de los pobres.

En esta zona, los avecindados ya tienen 10 años porque no tuvieron otro lugar más que este arroyo donde es evidente la pobreza y el gobierno de la 4T no ha sido capaz de desarrollar un proyecto que regularice y dote de servicios a estos mexicanos de los que nadie se preocupa teniendo que sobrevivir con su  propio esfuerzo.

¿De dónde sacarán los recursos para su alimentación y qué van a comer mientras estén incapacitados para salir a ganarse el sustento?  Es momento de cambiar la situación y si no lo hace el gobierno debe ser la gente, pero no de forma individual, sino que debe organizarse y esa fuerza social debe obligar a que los recursos públicos se apliquen en acciones que mejoren las condiciones de vida de todos.

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